El miércoles de la semana pasada todas las fichas de domino se voltearon hacia abajo y se negaron a pelear. El café acrecentó su tono obscuro y la playa, las palmeras, las dunas, el bosque y las ruinas lamentaron silenciosamente que una risa se escuchara físicamente por última vez.
La flaca, en este su ya largo y continuo andar, se fue más gorda este cierre de año. Se llevó a un ser de la familia, lejano en sangre pero cercano en corazón. El que es Padre de uno de mis mejores amigos y al que yo adopté por decisión, marido ejemplar, persona extraordinaria, gran amigo y, antes que nada, excelente y cariñosa persona con una peculiar forma de ser.
No he sabido de alguien que lo conociera y no le debiera una sonrisa como respuesta. Siempre bien encarado, aún en la adversidad, recibía a todo aquel que se encontraba con una boca amable y pícara, dispuesto en todo momento a platicar, sin importar que su novela favorita (porque se las sabía casi todas desde las 6 hasta que terminara el noticiero) estuviera en curso. Café en mano se escuchaba el "Oye Carlitos que piensas de...", "¿qué, tienes miedo que te gane otra mano en el domino?" o simplemente Mijos ya bájense a cenar" para departir un rato con él en la mesa.
No sé si reír o llorar, no puedo, ninguna de las dos se apodera de mi. Sé que ya no sufre más y que, ahora, está donde merece, descansando. También sé que ya no escucharé el melodioso "oye Carlitos", ni el "qué pasó vieja" resonará en los oídos de Mamá Toña una vez más. También sé que mi amigo aún lo necesita pero que esto, como todo, es un ciclo y hay que dar paso a la renovación y a la evolución.
Mientras mi corazón decide que cara poner, mi razón quiere ofrecer en este espacio un breve Homenaje escrito a este adorable, querido y siempre bien recordado alegre ser.
Don Maclovio, que Dios lo bendiga, cuídenos y descanse en paz.
La flaca, en este su ya largo y continuo andar, se fue más gorda este cierre de año. Se llevó a un ser de la familia, lejano en sangre pero cercano en corazón. El que es Padre de uno de mis mejores amigos y al que yo adopté por decisión, marido ejemplar, persona extraordinaria, gran amigo y, antes que nada, excelente y cariñosa persona con una peculiar forma de ser.
No he sabido de alguien que lo conociera y no le debiera una sonrisa como respuesta. Siempre bien encarado, aún en la adversidad, recibía a todo aquel que se encontraba con una boca amable y pícara, dispuesto en todo momento a platicar, sin importar que su novela favorita (porque se las sabía casi todas desde las 6 hasta que terminara el noticiero) estuviera en curso. Café en mano se escuchaba el "Oye Carlitos que piensas de...", "¿qué, tienes miedo que te gane otra mano en el domino?" o simplemente Mijos ya bájense a cenar" para departir un rato con él en la mesa.
No sé si reír o llorar, no puedo, ninguna de las dos se apodera de mi. Sé que ya no sufre más y que, ahora, está donde merece, descansando. También sé que ya no escucharé el melodioso "oye Carlitos", ni el "qué pasó vieja" resonará en los oídos de Mamá Toña una vez más. También sé que mi amigo aún lo necesita pero que esto, como todo, es un ciclo y hay que dar paso a la renovación y a la evolución.
Mientras mi corazón decide que cara poner, mi razón quiere ofrecer en este espacio un breve Homenaje escrito a este adorable, querido y siempre bien recordado alegre ser.
Don Maclovio, que Dios lo bendiga, cuídenos y descanse en paz.
2 Comments:
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- Jorge Pedro said...
1:01 p.m.un saludo de apoyo y ánimo para tu amigo.- hugo said...
2:23 p.m.escribiste algo muy bueno, se nota tu cariño. un abrazo
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